Un año juntos

Hoy hace exactamente un año que recogimos a Ritika y Vanshu, ahora también Nina y Julen, de Shishu Greh. Los que me habéis leído estos meses habéis podido seguir cada etapa de esta aventura de vida, las mil cosas que hemos hecho, los obstáculos a los que nos hemos enfrentado. Muchos me habéis dado las gracias porque os ha servido para haceros una idea más clara de lo que os espera, de lo que es esto de la adopción internacional. Y en plena pandemia. Han pasado tantísimas cosas que da la sensación de que llevamos toda una vida juntos. Pero hace tan solo un año que conocemos a nuestros hijos.

Un año no es nada. Es solo el comienzo de un camino en el que Nina y Julen tienen que ir dejándonos ver, a su ritmo, lo que necesitan de nosotros. No olvidamos que nuestra situación, por mucho que queramos intentarlo, no es la de una familia que ha vivido junta desde el nacimiento de los hijos. Apenas hemos empezado a descubrir quiénes son nuestros hijos, y ellos a entender qué somos nosotros para ellos: figuras de autoridad, referentes, protectores, familia. Lo decimos mucho pero ¿qué significa para ellos? Un año no da para llenar lo que llenaron 4 o 5 antes de la herida primaria. Del mismo modo en que nos asombra a diario esa enorme capacidad de adaptación que tienen estos dos pequeños héroes, sabemos que la adaptación no es un fin en sí mismo sino un medio. La sobreadaptación no es garantía de éxito y debemos tener paciencia para que los lazos afectivos tomen el curso que nos gustaría para afianzar el sentimiento de familia y ese famoso amor incondicional, más allá de las palabras y de las actitudes complacientes.

Dicen que el segundo año es muy interesante, porque empieza a repetirse todo aquello que han vivido como novedad en su primer año. La Navidad, el verano, su cumpleaños, la vuelta al cole. Estamos deseando compartir con ellos todas esas repeticiones que afianzan el significado de «para siempre» y que ese pequeño mundo que estamos construyendo sobre meras pistas de otro que existió crezca y crezca, y dé unas ramas fuertes, sólidas, largas… y muchas, muchas flores.

Con este post, ahora sí, doy por cumplida la misión que me propuse cumplir con este blog.

Lo que os puedo contar ahora ya son cosas que pasan en mi casa y que no son aplicables a otras familias, o sí, quién sabe, pero ya no son pasos de un proceso. Es la vida de mis hijos, su intimidad, y a partir de aquí debemos dejar en sus manos la decisión de compartir o no sus vivencias, llegado el momento.

Suerte a todas las familias que esperan, y a las que ya se han reunido y empiezan un camino juntos.

Feliz Día Mundial de la Adopción.

Una de cal y otra de arena

El día 14 de septiembre se celebró la segunda vista judicial. Al día siguiente, nos informaron de que se había programado la tercera vista para ese mismo viernes, 18 de septiembre. «Es una buena noticia», nos comentaron, «pero hay una mala». Buena noticia porque indica que hay una voluntad de agilizar el caso. Y efectivamente, quedó visto para sentencia a falta de un documento adicional que pidió el juez.

Ese documento se titula en inglés «Personal bond», que no es más que una declaración responsable que firmamos nosotros directamente, sin pasar por ninguna institución, por la cual nos comprometemos a cuidar de nuestros hijos con amor y cariño como si fueran nuestros hijos biológicos (literal).

Hoy hemos ido a la notaría y después al Colegio de Notarios a pedir la apostilla, una última vez (espero). Con ese documento, el juez pedirá la partida de nacimiento de los niños y el pasaporte, en principio indio, si no pasa nada raro con la legislación internacional del Covid. Por fin.

¿Por fin qué? ¡Si no se puede viajar a India! Y esa es la mala noticia. Vamos a tener nuestra flamante sentencia y nuestro «ya somos oficial e irrevocablemente padres de dos niños que debemos recoger por orden judicial» pero India no emite visados y no podemos ir.

Se supone que hay familias que tenían que viajar en marzo y que van a recibir pronto su visado, pero no está claro cómo van a desarrollarse las cosas en ese sentido a partir de ahora. Nos han dicho que están «negociando» para que se abra un pasaje por razones humanitarias y podamos viajar; pero depende de tantos factores que no se sabe si eso saldrá adelante. También se habla de llevar a los niños a Delhi (cubriendo las familias los costes del desplazamiento, inciso que, aunque es de cajón y se sobreentiende, recibes cual bofetada al viento después de los chorrocientos euros ya abonados y los que quedan para el guía), que es bastante sensato teniendo en cuenta que nadie, nunca desde que existe la formación preadoptiva, creo que haya ido a adoptar pensando en darse un garbeo por el Taj Mahal. Dado lo cual, ¿por qué tenemos que estar dando vueltas 15 días por India en medio de una pandemia? Vamos a Delhi, nos entregan a los niños, volvemos. Todo bien. ¡Si ya está todo hablado!

También hay otra opción que a mí, ignorante de las cosas de jueces y legislación internacional sanitaria y de la índole que sea, me parece la más cabal: emitir pasaportes españoles de urgencia a los niños, para que puedan ser «repatriados». ¿No sería lo más sensato? Pero las embajadas no ven con buenos ojos este trámite, no sé muy bien por qué; si me lo explicaron, se perdió entre tanta novedad.

Yo no quiero ponerme bajonera , pero la verdad es que me huelo que no viajaremos hasta que los contagios bajen o salga la vacuna, o no sé, porque no es solo la seguridad… Si lo pensamos bien, a nosotros nos conviene ir y volver en un plis, pero a mucha gente le conviene más que vayamos 15 o 20 días, durante los cuales viviremos a cuerpo de rey necesariamente. ¿Cuánta gente en India se beneficiará de 15 días de turismo «no mochilero»? Comprendería que, igual que aquí la situación de la hostelería ha sido un factor determinante en los plazos de la desescalada, allí también tendrán en cuenta que la presencia de extranjeros puede y debe rentabilizarse, y mejor si vamos «lo más normal posible y como estaba previsto» que un viaje relámpago sin pisar tierra india más allá del aeropuerto. Para los estados, esperar a que la situación esté más normalizada sería razonable, por mucho que a nosotros no nos lo parezca. Por cuestiones económicas y para evitar contagios, claro, que es comprensible e inevitable, a la par que prioritario.

En definitiva, todo deriva en que la prioridad es proteger a la población y a nuestros hijos hasta el momento en que podamos traerlos sin peligro y en las mejores condiciones posibles. El momento ideal para ello lo van a decretar los países implicados, y viajaremos cuando ellos quieran. Sin embargo, no soy nada optimista porque de nuevo veo esa fecha lejana, muy lejana.

Y cierro este post con la tenue, casi inexistente, esperanza de que la ley de Murphy haga su magia y en unas semanas nos digan que hay visado para nosotros.

Desvelos y cábalas inútiles

De pronto me ha asaltado una duda. ¿A qué edad se caen los dientes de leche? Porque Vanshu ya tiene un incisivo central caído. Si caen a los 6 años a lo mejor tiene más edad de la que nos han comunicado. Que no supone ningún problema. Es curiosidad. ¿Entonces los de abajo ya se le han caído y le han salido? Porque los tiene un poco torcidos. Mucho me temo que te va a tocar ortodoncia, hijo, menos mal que ahora son poquitos años… que yo la sufrí de los 11 a los 15 y además con brackets plateados, que ya no hacía falta ni árbol de Navidad en casa. Y qué dolor cuando te apretaban las gomas. Me aliviaba comer chicle, aunque lo teníamos prohibido.

Tendremos que preparar cuentos y películas del Ratoncito Pérez (o el hada de los dientes, pa’l caso). Julián se lo va a pasar pipa con estas cosas. A mí me entusiasma menos tragarme todo Disney Plus (pronunciado «plas»), la verdad. Soy una persona seria, ya lo dijo la psicóloga.

¿Qué estarán haciendo? Nos han dicho que el orfanato está cerrado a cal y canto y no entra nadie que no sea esencial. Las cuidadoras se han quedado internas para evitar tener que entrar y salir, y la directora no sabemos si está yendo, creemos que no. Queríamos mandarles un cuento para colorear en PDF pero nos dijeron que no iban a poder imprimirlo porque no tenían cómo recibirlo (se ve que la directora es la que recibe todo por el móvil). Me parece información inconexa, porque lo normal sería que hubiera un ordenador allí, aunque fuera en el despacho de dirección. ¿Será que lo que no hay es impresora? No sé.

En junio abren los juzgados. Si ponen la segunda vista enseguida, tal vez el juez considere que hay que dar prioridad a este caso porque son 2 menores y porque el mayor va a hacer 6 años… se acerca la edad del cole. Dentro de 1 mes cumplirán un año en el orfanato. No dudo de que estén seguros, cuidados y felices… conformes con lo que tienen. Pero no dejo de pensar que cada mes que pasan en el orfanato es uno menos con nosotros. Un mes menos para conocernos, para hablarles, para abrazarlos… antes de que tengan que ir al cole… quedar con sus amigos… ir a la universidad… irse de casa… no han llegado y ya se me está haciendo corto.

Va a ser su cumpleaños dentro de poco; cumplirán 5 y 6 años. Yo creo que tienen más de eso. Sí, casi seguro. O no, porque son pequeños y pesan muh poco. ¿Tendrá alguna relación?

Podemos enviarles un regalo por Amazon India, nada de envíos particulares porque los frenarán en aduanas. Pero no puede ser para ellos solo, tiene que ser para todos los niños. Una piscina de bolas, un set de bádminton, una casita para jugar… hace unas semanas lo miré y no había casi nada disponible.

Tengo algunos amigos que son jueces y que, sin conocer la situación en Jaipur ni la legislación de allí, me dicen que cualquier juez trataría de hacer lo mejor para los niños, y todo apunta a que lo mejor para unos niños «mayores» es sacarlos de allí sin dilación y que estén con su familia lo antes posible.

Sería maravilloso que el juez que lleva nuestro caso pensara igual, pusiera solo 2 vistas y nos mandase ir a buscar a los niños en cuanto abrieran fronteras, que al parecer aquí será en julio. Y si el tiempo de estancia en India se puede reducir, mejor que mejor. No olvidemos que en noviembre habrá repunte, con la llegada del frío. Si no hemos viajado para entonces, igual hay que esperar aún más.

¿Viajaremos para Navidad? ¿Antes, después? ¿El año que viene?

El único consuelo es ver el último vídeo en loop infinito. Hi mom, hi dad. Somos sus padres. Son nuestros hijos. Es como un mantra. No hay que perderlo de vista.

Iba a ser 2020

2020 iba ser el año en el que nuestros hijos se reunieran con nosotros. Pero ya nadie puede garantizar que vaya a ser así. Que vayamos a viajar antes de que termine el año.

El día 11 de mayo era la segunda vista en el juzgado, pero la han aplazado al 18. Era previsible, pero aun así… Tal vez ese día nos digan cuántas vistas faltan, cuánto más habrá que esperar para que el juez nos deje viajar. Y aun así, no podríamos, si no se puede salir de España.

Nos dicen que los niños están bien. El 27 de junio cumplirán 5 y 6 años. Sin pasaporte y sin padrón, no podemos tramitar nada de colegios, de médicos… no se puede adelantar ningún papeleo de los muchos que habrá que hacer cuando estén aquí los niños.

No podemos hacer nada de nada. Para alguien como yo, que prefiere tener las cosas al menos medio controladas en todo momento, es complicado, por mucho que en estos cuatro años haya aprendido a no preocuparme demasiado por las cosas que no dependen de mí.

¿Se establecerá algún tipo de distinción entre viajes «necesarios» y viajes de ocio? Porque a mí Jaipur, ahora mismo, me da igual; es decir, quiero ir a por mis hijos y volver al día siguiente si hace falta. No tengo ninguna necesidad de quedarme allí más del tiempo imprescindible. Ya haremos turismo más adelante, quizás con los niños cuando quieran volver por allí. Y si un juez te requiere para finalizar el proceso de adopción, ¿no debería ser prioritario, y permitirse el viaje, con las medidas de protección necesarias?

Supongo que es lo más lógico y de sentido común, pero como tantas otras cosas en esta nueva situación… a saber qué hacen los gobiernos.

Noticias para la espera: Circular de Namasté – Noviembre 2017

La última circular que hemos recibido de Namasté, que procura mantenernos informados para hacer más llevadera esta larga espera, nos cuenta que, según información reciente, en India hay 19.000 niños y 21.000 niñas en casas de acogida y orfanatos que aún no estaban registrados para la adopción. Esto se ha sabido porque la ministra Maneka Gandhi ha solicitado que antes del 1 de diciembre se registre a todos los menores en situación de desamparo. 
Esto significa que a partir de diciembre, podría haber muchos más niños susceptibles de adopción, pero como siempre, primero va la nacional. Para internacional… a esperar. ¡Qué novedad! Ja, ja.

Es una buena noticia, pero como siempre. viene con su contrapartida. Debido al terrible incidente ocurrido en EEUU con una menor de origen indio adoptada por padres indios no residentes, la comunidad internacional ha puesto en tela de juicio el sistema de emparejamiento y posterior seguimiento de las adopciones de menores de India, y el CARA ha tenido que tomar medidas. En resumen, están mirando de cerca los expedientes, uno a uno, para priorizar la compatibilidad niño-familia sobre el orden de registro, lo que puede suponer saltos o retrocesos inesperados en los procesos. 

A mí esto me lleva a pensar que, aunque habrá más niños en adopción, probablemente se retrasará todo. Si tienen que ir uno por uno, independientemente del informe que ya tienen, y de las fechas de registro… ¿no se empantanará todo? Aquí, en España, se empantanaría seguro. También podría pasar que, por la dificultad o incomodidad de los seguimientos en la adopción internacional, se parasen las asignaciones para internacional, pero supongo que no llegará la cosa a tanto. 

El caso es que me alegro de que tengamos las cartas de recomendación que tenemos, ya que, si van a mirarlo todo de forma más personal, y por lo tanto con criterios más subjetivos, posiblemente esas cartas importen más de lo que en un principio parecía. 

En fin… al mal tiempo, buena CARA (mátame, camión). 


El papel que faltaba

Queridos:
Ayer recibí un mail de Namasté, en el que me confirmaban que ya estaba el expediente en Madrid, para legalizar la traducción, a falta del dichoso documento que dependía de la policía: el certificado de requisito de entrada del menor en España. Al preguntar a Namasté, me dijeron que no era normal que tardase tanto, y que otras familias lo habían recibido, y llamaron ellos a Madrid a ver qué pasaba.
Les dijeron en el Ministerio que estaba ya emitido, que había salido el 6 de septiembre nada menos. Y que era muy raro que no me hubieran llamado, así que tenía que ponerme en contacto con la Policía de aquí, en concreto con la Brigada de Extranjería.
Después de llamar varias veces y que no funcionara ningún número, esta mañana me he ido para allá resoplando y echando pestes, porque estaba en medio de mi horario laboral. Menos mal que no tengo que pedir permiso al jefe. ¡Algo bueno tiene que tener trabajar por cuenta propia!
Por suerte no había nadie, y aunque han tardado un ratito en atenderme, enseguida me han pasado al despacho de Extranjería y allí estaba el papel, en una carpetita con otros certificados de otras muchas familias. Menos mal que se me ha ocurrido preguntar… si no, aún estaría esperando.
Pero bueno, el cabreo se me ha pasado en cuanto he tenido el papel en las manos.
Ya veis, no significa mucho avance, solo que ya queda poco para ser «asignables» en India oficialmente, pero hace una ilusión…. ¡un pasito más!
Esto lo podíamos haber metido en el papeleo desde el principio pero como nos dijeron que ya nos llamarían, pues esperando estábamos. Anda que…
Ahora me toca enviárselo a la traductora jurada otra vez, que lo cuele y lo traduzca, enviarlo a la ECAI para que lo manden a Madrid, y ya de ahí, al CARA en India.
Y entonces ya… sin papeleo pendiente, podremos empezar a pensar en nuestro pequeño o pequeña.
Hasta hace poco tenía la sensación de que India iría más rápido que Vietnam. No sé si será así, pero… como la franja de edad es algo más amplia en India que en Vietnam… ¿habrá más opciones? No sé. Por cierto, como se junten las dos preasignaciones y tengamos que elegir… me muero. Yo no elijo. Me hipoteco, me da igual. ¡Todo de golpe!

Firma del contrato con Namasté (India)

¡Un paso más! Acabamos de firmar el contrato con la ECAI. ¡Yujuuuuuu!

No quiero hacerme ilusiones, pero nos han dicho que están tardando un año… En realidad, la firma no es más que la conformidad con una serie de gestiones que ponemos en manos de la ECAI, y que por lo tanto hemos de pagar. ¡El plan de pagos de la primera etapa de nuestra mayor inversión! Pero aunque solo sea eso, con esa firma tengo la sensación de que este pasito es una garantía; representa la seguridad de que «estamos dentro».

Ahora hay que hacer llegar el expediente a India, y eso lo hace la ECAI. Ahora mismo está en manos de una traductora jurada que, por cierto, también tiene un hijo adoptado (serendipity), y dentro de un par de semanas saldrá para India. ¿Lo registrarán enseguida? No sé si el CARA tarda mucho en registrar, no nos han dado detalles. ¿Nos  asignarán dentro de un año, para octubre de 2018? ¿Saltará a 2019? ¿Me pongo ya a montar la habitación? No, no, quieta, es pronto… porque… ¿qué edad tendrá? Si es niño o niña dará igual pero… de 3 años a 6 la cosa cambiará bastante, supongo. Pa-cien-cia. Un año más… pero «no te quedes con esa fecha, porque puede variar». Pa-cien-cia. Esto ya parece un mantra ya. Me veo por ahí entonando el Om Paciencia Narayana, por lo menos.

Entre noticia y noticia, trabajo, planes de pareja y aprender a compaginar el trabajo con la vida, que se dice rápido pero a veces se pierde de vista, especialmente si te apasiona tu trabajo y no te importa pasarte las horas muertas con tus proyectos. Supongo que es cuestión de prioridades; la suerte que tengo (tenemos) es que por nuestra situación profesional, nosotros podemos decidir si trabajamos más o menos, si estamos más horas o menos o si delegamos más o menos. En este sentido, la espera está siendo enriquecedora, porque en este tiempo que nos queda hasta el día D, vamos explorando el camino, probando, modificando el rumbo, definiendo cada vez más la vida que queremos tener y estudiando cómo enfocar nuestros esfuerzos para conseguirlo. 

Por fin, todo recopilado y en lista de espera

Después de un mes hemos conseguido tenerlo todo listo, legitimado y apostillado para India.

Namasté ahora procederá a realizar la traducción jurada del expediente completo. Aunque me han dicho que si lo traduzco yo, ya que tengo contactos por ser del gremio, irá más rápido. 
El otro día ya me puse en contacto con dos traductoras, a ver cómo lo tenían. Saldrá más caro, sí, pero si ganamos tiempo… pues mejor.
Por otra parte, a finales de juli entranos en lista de espera para Vietnam. Por delante hay 40 familias, y tenemos unos 2 años de espera. 
Pero al menos ya está todo en marcha y el expediente está en cola. 
En el grupo de Whatsapp de familias en espera para Vietnam vanos viendo fotos y los niños son preciosos. Como dicen ellos, van tirando del hilo… 
Cuando llegue la asignación de un país de los dos, tendríamos que parar 1 año el expediente del otro país, para retomarlo después. Tengo la inpresión de que India llegará antes. 
¿Nos imagináis dentro de unos años con el mayor de India y dos más peques de Vietnam? 

La espera activa

Ahora empieza lo más bonito, que es lo que yo llamo la espera activa. Viendo ya la adopción como una realidad, y la llegada de nuestros hijos como algo que solo es cuestión de tiempo, ya podemos empezar a soñar, a imaginar… aunque todavía da miedo emocionarse demasiado por si luego tarda más, por si pasa algo, por si… por si… por si… Como decía un amigo mío al que conocí en Japón, «think think think and all you’ll get is shit». Supongo que tendríamos que dejarnos llevar por la ilusión y soñar con el pequeño o la pequeña, pero nos han dado tanta información sobre todo lo malo que puede pasar, que vamos con pies de plomo. 
Nos hablaron en el curso de una familia que, al ir a buscar a su hijo a India, ya en el orfanato, el niño salió corriendo y no quería saber nada. Los cuidadores le dijeron a la madre que era su problema y que se lo tenía que llevar, así que lo llevaron prácticamente a la fuerza y entre lloros… El otro día cuando fuimos a la primera entrevista había allí una pareja que renovaba idoneidad porque les habían cerrado el país de adopción, y tenían que cambiarlo después de haber esperado ya un tiempo. Piensas: «a mí no me pasará». Pero… ¿y si pasa? Podría pasar y es probable. Pero al final es solo cuestión de tiempo y de que la ilusión y las fuerzas no se pierdan. Tal vez darse la libertad de soñar un poco ayude a mantener esa llamita viva.  
Nos dijeron en el curso que los niños adoptados son los más deseados, por el tiempo de más que tenemos que esperar y por los obstáculos de más que debemos superar en comparación con las otras vías de ser padres. Tal vez sea así. En la preasignación que vimos durante nuestra visita a la ECAI de India, la familia solo había esperado 9 meses desde la idoneidad. Quién sabe si tendremos esa suerte. Yo de momento quiero afianzar proyectos profesionales que no podré atender bien hasta que los niños vayan al cole (y aun así, ya veremos), y al mismo tiempo, aprender a trabajar menos para poder dedicar más tiempo a los pequeños. Tengo que aprender a trabajar de 9 a 17h y de lunes a viernes. Esto es así. ¿Qué haré con los encargos de fin de semana? Supongo que tendré que dejarlos por un tiempo… o pactar algo con mi marido. O cambiar los calendarios que no hemos conseguido cambiar en 20 años en el sector TV. No creo que pueda ser. Por cierto, casi mejor empiezo a hablar en plural porque tarde o temprano serán más de uno. 
Y así doblamos la primera curva del camino. Sigamos caminando hasta que esa imagen de pareja tenga en medio una personita nueva que nos convierta en esa familia que queremos ser. 

«Por separado sois grandes, pero juntos sois gigantes.»

Y por fin, la evaluación

Por fin ha terminado el proceso de evaluación  y… ¡¡ha ido bien!!
Os cuento un poco:  la evaluación consta de cuatro etapas en el caso de las familias con dos padres.

  1. Entrevista conjunta con la psicóloga y el trabajador social
  2. Entrevista individual con la psicóloga + test psicotécnico
  3. Visita del trabajador social al domicilio
  4. Entrevista final a ambos.
En general, estuvimos muy cómodos con la psicóloga, que planteó todas las entrevistas como conversaciones y siempre nos daba pie a hablar de determinados temas mediante preguntas; de este modo era más fácil romper el hielo. Definirse, reflexionar sobre uno mismo, hablar con una persona desconocida de cómo ha sido tu infancia, de tu relación con tus padres o con tu pareja es… bastante complicado, especialmente si has elaborado regular o mal alguna pérdida, pero ella encauzaba muy bien los temas que quería explorar y no se hizo pesado ni violento.
Creo que la parte más importante es la última, en la que a nosotros nos preguntaron por el proyecto educativo, por cómo pensábamos a educar a nuestro hijo, hija o hijos (en nuestro caso, podrían ser hermanos). No solo desde el punto de vista de la escolaridad y los valores, sino del cómo. Qué pensábamos hacer, qué rutinas tendríamos… la verdad es que sin saber qué edad exacta tendrá nuestro hijo, es difícil imaginarse situaciones, pero creo que somos resolutivos y podremos hacer frente a todo, sabiendo, claro está, que un hijo saca lo mejor y lo peor de sus padres y que, al final, lo que hay que hacer es estar con los niños de verdad, quererlos incondicionalmente y acompañarlos en la vida lo mejor que sepamos.
Parece de sentido común pero… seguro que lo perdemos de vista en algún momento y luego recuperamos la cordura.
Ahora que ya hemos pasado los nervios de todo el proceso, creo que la evaluación nos ha venido muy bien para creernos más nuestro proyecto de vida, verlo como una realidad no tan lejana, para darnos cuenta de quiénes somos, de qué clase de padres podemos y vamos a ser y, con todo, para conocernos un poquito más a nosotros mismos. Es muy necesario que exista esta evaluación. No solo representa el beneplácito de «la autoridad», con la confianza que pueda darnos eso, sino que también supone una labor de introspección imprescindible.
De hecho, a las familias biológicas también les vendría bien conocerse mejor mediante este tipo de reuniones (obviamente no se les puede imponer, a nosotros sí porque lo exigen los gobiernos locales y los países de adopción) porque refuerzan el deseo y la determinación, la confianza en los patrones de comportamiento que tenemos… en fin, me temo que en nuestra sociedad no se le da mucha importancia al apoyo psicológico, o no se nos prepara para reconocer nuestras limitaciones y pedir ayuda cuando no podemos resolver un problema solos.
Por cierto, en el test de personalidad me salió, entre otras cosas, que soy una mandona. Qué sorpresa.
Y ahora viene la parte más bonita de la espera: aún queda papeleo, pero como esto ya es una realidad, ahora toca soñar, imaginar… la espera activa. El libro de vida, las fotos… construir de manera tangible y comprensible para un niño esa historia familiar donde encajará el pequeño que está por llegar.

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